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«Mochila austriaca para empresarios», por Enrique García Tomás

La “mochila austriaca”, una de las soluciones que plantea el Gobierno en funciones para la mejora de las pensiones futuras, podría servir como ejemplo  para que las empresas adoptaran un sistema de ahorro mediante el cual no temer las consecuencias que puede tener la contratación fija cuando hayan de proceder a un despido. 

El Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional alertan de que la precarización y destrucción de empleo es un elemento  a considerar a corto plazo, mientras en nuestro país la última Encuesta de Población Activa confirma que la creación de empleo se ha frenado. Expertos en administración de empresas dan opiniones, pero no proponen nada concreto para que el legislador pueda tomarlo en cuenta. Así que como el tejido productivo  de España lo componen pequeños empresarios éstos toman decisiones en función de lo que creen que les es más beneficio o menos perjudicial y ven con desconfianza el contrato de trabajo fijo porque impone compromisos que creen no podrán afrontar en el futuro, lo cual lleva en muchos casos a crear empleo precario, que tiene el peligro de no ser de calidad ni de incrementar la productividad.  

Como cada empresario deberá buscar el método que permita la pervivencia de su negocio y el mejor bienestar para sus empleadosse me ocurre que podrían adoptar la idea de la “mochila”, que funciona en Austria y que en febrero pasado el actual Gobierno incluyó en su hoja de ruta de reformas estructurales, lo cual ya había tratado de aplicar el equipo del presidente Rodríguez Zapatero. Se trata de una cuenta de ahorro individual configurada con aportaciones a nombre del trabajador  hechas por cada empresario para el que preste servicio y que pude ser rescatada en caso de despido o en el momento de la jubilación. En Austria se concreta en aportar un 1,53% del salario del empleado a un fondo privado de manera que el capital más los intereses son siempre propiedad del empleado.  

Al existir en España está la prestación por desempleo la mochila austriaca” no dejaría de ser un plan de pensiones, que se podría rescatar también por el cese en el trabajo. Esa puede ser la causa de que no se promueva en serio su implantación, pero los empresarios podrían adoptar la idea para tener perderle el miedo a la contratación fija. En lugar de contratar temporalmente con la obligación de indemnizar con 12 días (o los que establezca el convenio colectivo) por año de servicio, los cuales además no tienen los beneficios de las indemnizaciones, les convendría hacer contratos de duración indefinida, que, además de estar mejor vistos por los sindicatos y la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, pagan menos cuota por la contingencia de desempleo. Porque, habida cuenta de que la indemnización por despido improcedente es de 33 días por año de servicio, con un máximo de 720 días, les bastaría con procurar un ahorro para cubrir posibles indemnizaciones. La forma de ir formando esa especie de “mochila austriaca para empresarios” podría ser aportando mensualmente a una cuenta específica el importe de tres días de salario de cada trabajador que contratasen. De esa manera en cualquier momento podrían contar con la cuantía correspondiente a un despido, si tuvieran que llevarlo a cabo; y si sólo quisieran ahorrar por la diferencia entre la indemnización por fin de contrato y la de despido improcedente, les bastaría con que lo hicieran con el importe de día y media de salario cada mes. Ahorro que en el peor de los casos tendría que ser durante dos años. 

 

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