Durante unos días el cielo de nuestro país ha estado de color naranja por la calima que nos ha tenido envueltos en ese polvo sahariano donde hasta la salud ha debido ser protegida, porque la contaminación de la calima también podía hacer estragos entre nosotros. Hemos sufrido una pandemia, acompañada hasta el momento de seis olas de contagios que la sostenían y donde aún no sabemos cuál será ni cuando el final feliz, pero seguimos con mascarillas, con altibajos de contagios y con una economía tirada por los suelos. Si malo es el covid y todo lo que ha traído consigo, pues afecta a lo principal que tenemos que es la salud, no menos malo es precio por las nubes de la electricidad, la gasolina, el gas y todo lo que repercute en el consumo diario, pues es verdad que si aparentemente estábamos saliendo, gracias a Europa, de un flujo negativo en nuestro mercado, ahora mismo la plaga de la huelga del transporte, para poder subsistir en su mercado tantos miles de camiones, no cabe duda que se le une la falta de abastecimiento donde los distintos mercados y lonjas de pescados pasan por una fortísima crisis que unida a la nefasta reforma laboral y a la derogación del daño de los piquetes en el código penal, ya no podemos ni andar por la calle.
Este gobierno desunido y fraccionado, pero el más caro de la historia de nuestro país, no sabe tomar el pulso ni de la ciudadanía ni de la reivindicaciones de la sociedad. Está dando palos de ciego y su único fin es recaudar a través de los impuestos, porque otra cosa no sabe hacer, dejando en la estacada a tantos millones de españoles que desgraciadamente no sólo ya están pasando hambre, sino que las perspectivas del mercado de trabajo y económico no tienen respiro. Para colmo, cuando el Gobierno sabe perfectamente que parte de alguna solución es bajar el IVA de la gasolina, electricidad, etc. , no se aviene a ello y está aguantando pese al varapalo que se le viene dando, porque lo que desea es recaudar y gastarlo, no precisamente en planes de empleo y ayudas a las empresas, sino en otros fines impropios de los tiempos que estamos viviendo y con el único fin de contentar a sus socios de gobierno y así poder contener el déficit que ha cogido una velocidad donde algunos ya le llaman el imparable.
La sociedad española está abrumada, depresiva y sin aliento ni ilusión porque el mundo político no sabe gestionar. Menos mal que tenemos y estamos en Europa que al fin de cuentas nos advierte y nos alecciona de lo que debemos ir haciendo, pues hasta la invasión de Rusia sobre Ucrania puede terminar en connotaciones muy irreparables y por el mero hecho de estar en la OTAN tenemos que ayudar a abortar lo que pueda venir. Pero no, el Gobierno ha rectificado tarde y a sabiendas de que esa rectificación la hace por imperativo del espacio que tenemos y estamos obligados a llevar a cabo y ya el colmo de la desvergüenza no es otro que decir el Sr. Sanchez que nos esperan duros años en el horizonte y nuestra crisis es culpa de Putin, olvidando los dos años nefastos de gobierno donde aquél equipo de expertos que decía tener en la pandemia, era todo un engaño y ninguno ni ha dado la cara ni se les conoce. Es decir, mentira sobre mentira y descaro sobre descaro, para tapar sus vergüenzas y ser el Presidente de la historia de España que más mentiras ha metido en tan corto espacio de tiempo.
Esto no va bien, pero en manos de ineptos y desaprensivos irá mucho peor, por lo que se atisban años desconcertantes para todos, donde esperemos que se reaccione con sentido común y que todo el arco parlamentario de nuestro país sea cómplice para ayudar sin protagonismos a la salida de esta brutal crisis, pues nunca se nos dio peores momentos que los que hoy tenemos desde la desgraciada Segunda Guerra Mundial.
Espero que hasta los sindicatos que por mucha menos circunstancias hacían huelgas generales en otros tiempos y hoy callan por tener los estómagos agradecidos, se lancen a la calle y pidan al gobierno al menos, que cambie el sentido de su marcha y también que le enseñen los dientes con los medios democráticos que posean para que se dé cuenta el Sr. Sánchez de que la calima que nos ha venido en estos días no se nos ha quitado, no se ha ido y la tendremos encima, al menos, por dos generaciones, lo que significa que estamos teñidos permanentemente de ese color de tierra sahariana en todos los aspectos y que para quitarlo deberemos hacer ver a los gestores del gobierno que llevan un camino confundido y que, por favor, se retracten de tantas medidas populistas y demagógicas y que trabajen de una vez.
Fdo.: José Blas Fernández Sánchez.