Con uno de nuestros colegiados más queridos, Antonio Caldelas Ruiz, referente de nuestra profesión tras una extensa y brillante trayectoria, iniciamos una serie de entrevistas enmarcada en la celebración del 50 Aniversario del Colegio de Graduados Sociales de Cádiz y Ceuta.
Por Jesús de Sobrino (responsable de Comunicación de nuestro Colegio)
Antonio Caldelas Ruiz es un verdadero ejemplo para la profesión de graduado social. Nació en Puerto Real, aunque siendo un niño se trasladó a Cádiz, donde ha desarrollado una vida plena y satisfactoria, en lo personal y lo profesional.
- ¿Cómo fueron tus comienzos como graduado social?
- Mis primeros estudios fueron en el Colegio de la Sagrada Familia, luego en La Salle, y el bachillerato lo completé en el Instituto Columela. A partir de ahí, pasé a formar parte de los primeros alumnos que cursaron nuestros estudios en la universidad de Granada sin salir de Cádiz, a través del Seminario de Estudios Sociales de San Raimundo de Peñaflor, que nos preparaban. También inicié en la UNED, la carrera de Derecho. Mantenía reuniones de equipos en la Parroquia de San Lorenzo, entre otros con Antonio de la Mata Benítez (abogado y funcionario del Ayuntamiento de Cádiz). Él fue quien me animó a cursar los estudios de Graduado Social.
- ¿Y como se desarrolló su trayectoria?
- En el ámbito laboral, yo formaba parte de una multinacional “Hispano Olivetti”, compañía en la presté mis servicios como graduado social durante años. Posteriormente, accedí a una plaza de funcionario del Ayuntamiento de Cádiz, también como graduado social. Pero donde forjé mi trayectoria definitiva fue en el despacho profesional que fundé y en el que en la actualidad continúan mis hijos Juan Antonio y Miriam. Ambos han seguido mis pasos y han cursado estudios de Derecho y Graduado Social.
- ¿Cómo ve ahora la profesión?
- Inmersa en momentos muy difíciles por la situación actual: la crisis sanitaria, social y económica generada por la pandemia del Covid. Pero, independientemente de esto, por la gran cantidad de competencia desleal existente, y que perjudica mucho a nuestro colectivo.
- ¿Recuerda alguna situación concreta a lo largo de su trayectoria que merezca considerarse un ejemplo de su desempeño profesional?
- Imagínese después de tantos años de desempeño profesional. Pero recuerdo una que, sin duda, fue la más mediática. Me refiero a la defensa del que fuera entrenador del Cádiz C.F., David Vidal Tomé. El asunto quedó resuelto finalmente mediante acuerdo de las partes. Fue un acuerdo justo en que nuestra contraparte estaba representada por el entonces jurídico del club cadista, Miguel Iglesias. El presidente era Manuel Irigoyen.
- ¿Qué opinión le merece el Colegio? ¿Cree que ha defendido y defiende los intereses de los Graduados Sociales?
- El Colegio hace una labor impecable. Siempre ha estado defendiendo todos nuestros intereses, y adelantándose a llevar por delante nuestra profesión, a pesar de otros que otros muchos colectivos la querían desmerecer. El tiempo ha demostrado lo que defendíamos desde el primer minuto. Hemos sido reconocidos como una profesión indispensable para el ámbito laboral y jurídico. En este punto debo de mencionar que quizás sin el tesón y energía de nuestro presidente, nuestro querido José Blas Fernández Sánchez, no habría sido posible que nuestra profesión alcanzara tan pronto las altas cotas de reputación que tenemos los graduados sociales, como operadores jurídicos de pleno derecho, especializados en el ámbito laboral, social y mercantil.
- ¿Qué aconsejas a los Graduados Sociales en estos difíciles momentos?
- Estar abiertos siempre a defender los intereses de los clientes, empresas o trabajadores. También hay que tener un correcto entendimiento con la parte contraria para llegar a un buen término cuando sea necesario, todo ello sin degradar ni descalificar a la profesión. Y con la situación actual tan difícil que en la que estamos inmersos, mi consejo es aplicar sentido común y saber «remar a uno», desde la unidad y el sentido de pertenencia a todo lo que no es común en nuestra sociedad. Tengo esperanzas en que pronto volvamos a la normalidad que teníamos.